Parece que poco a poco nos vamos adaptando al nuevo escenario de inflación persistentemente alta. Las bolsas continúan con un goteo a la baja a la espera de un rebote que parece no llegar. No se esperan ventas de pánico, incluso muchos analistas ven los mínimos de marzo como soportes. La elevada inflación y la situación de la renta fija con elevados riesgos hace que la renta variable sea la opción menos mala. Pero no es suficiente con estar, si no además, ser más selectivo de la mano de los mejores gestores. Esto se refleja en los datos publicados del último trimestre sobre los flujos netos de los fondos de inversión, que indican entradas de dinero nuevo por un valor cercano a los 2.000 millones de euros.
Es evidente que el incremento de los precios de la energía y varias materias primas afecta de una forma muy distinta a unos sectores y a otros, incluso dentro de cada sector de forma dispar a cada empresa. Venimos de 2 años llenos de obstáculos que los bancos centrales han ido capeando con instrumentos de política monetaria, tales como la reducción de los tipos de interés y la recompra de activos. Ahora el efecto de los bancos centrales y sus políticas monetarias no son el antídoto perfecto, ya que sus movimientos afectan a todos por igual, y como he dicho al comienzo, la actual crisis afecta de manera dispar a las empresas. Por ello la política fiscal debe ser la que prevalezca en estos momentos.
Pronto comenzarán a publicarse los resultados empresariales, los primeros en un entorno de guerra, elevada inflación y tipos al alza. Se espera vengan a la baja. Mañana precisamente, se conocerán los datos de inflación en Estados Unidos, y aunque no se encuentra directamente perjudicada por la guerra se espera que el dato venga al alza, por encima del 8%. La semana pasada, en la publicación de las actas de la FED se dejó entrever una subida de tipos de 50 puntos básicos en la reunión del 4 de mayo, así como la reducción en el tamaño de su balance.
Europa seguirá siendo la región más castigada por la guerra de Ucrania. Aunque es muy difícil hacer previsiones sobre el devenir bélico, todo apunta a que PIB e inflación serán los factores más perjudicados para Europa, más aún si se llega a un desenlace de desabastecimiento de gas Ruso a Europa con implicación directa sobre Alemania. Aquí los resultados empresariales se empezarán a publicar la semana que viene y servirán para comenzar a ver los efectos de la guerra de Ucrania.
El próximo jueves, nueva cita del BCE que se centrará en obtener datos sobre la retirada de estímulos si serán antes del verano o después. Además tratar de extraer de los mensajes si la inflación ya es vista como duradera en el tiempo y en base a esto si habrá en Europa más de una subida de tipos en el año. En lo que sí hay consenso entre los mandatarios del BCE es en descartar un escenario de estanflación.
Mientras, la segunda vuelta de las elecciones en Francia del día 24, serán cruciales para la estabilidad europea. Después de la amplia victoria de ayer de Macron no se prevén sorpresas y seguimos apostando por el escenario base de una renovación de mandato del presidente francés. En el trasfondo, preocupa el aumento en votos de los partidos extremistas y el dato elevado de abstención, que refleja el hartazgo de la sociedad francesa, que insisto, podría poner en peligro la estabilidad europea.