Aunque la información que nos llegue de Ucrania seguirá marcando la volatilidad de los mercados, con noticias que van desde el optimismo sobre conversaciones de paz en ambos lados a nuevos ataques sorpresa sobre civiles y cada vez más cerca de la frontera de territorio OTAN, esta semana estaremos pendientes de la esperada reunión de la FED en la que se prevé suban los tipos de interés en 25 puntos básicos. Además, la retirada de estímulos programada desde inicios de año que se podría ver modificada dado el nuevo contexto económico de más inflación y recortes en las estimaciones de crecimiento.
No esperamos sean duros con los efectos de la guerra y no se salgan del guion previsto. No pueden dar una imagen de debilidad sobre los Rusos.
Además, el jueves, el Banco de Inglaterra también se reunirá con una previsión de una nueva subida de tipos hasta el 0,75%.
La semana pasada, el BCE, en la comparecencia de Lagarde, mostró una línea más dura ya que anunció una retirada de estímulos más rápida de lo previsto y abrió la puerta a subidas de tipos en este ejercicio, aunque de momento los ha dejado inalterados.
Sea cual sea el desenlace de la guerra, aunque terminase en dos semanas, tendremos una inflación elevada persistente en el tiempo, que provocará un freno en el crecimiento con un impacto directo en los resultados empresariales. Gas y otras materias primas con precios desbocados y desabastecimientos, serán los culpables. Sobre todo en Europa. Precisamente aquí, esta semana se reunirán los ministros de economía del Eurogrupo para tratar de actuar y no poner en peligro las estimaciones de recuperación previstas post-covid. En esta línea el Consejo Europeo abrió la puerta el pasado viernes a intervenir los precios de la electricidad para frenar su alza.
Tal y como comentamos en anteriores posts, cuando la inflación viene del lado de la oferta, los bancos centrales se quedan sin margen de actuación y es cuando la estanflación llama a la puerta. Pero de esto ya se hablaba antes del estallido de la guerra, sobre todo en países como España, en el que la ralentización sobre el crecimiento era ya una realidad desde finales del 2021. Una vez más, se pone de manifiesto que la estrategia de la diversificación y orientación selectiva hacia compañías de consumo no cíclico e indispensable y hacia aquellas con capacidad para trasladar costes a precios finales, serán la mejor protección ante esta situación no vista desde la década de los 70.
Apresurarse a invertir al ritmo de las informaciones que nos llegan, en un momento en el que la guerra hace que esas informaciones puedan están distorsionadas para intentar desestabilizar al contrario, no es lo más recomendable en este momento. Una cosa es aprovechar las caídas para entrar a precios atractivos y otra dejarse guiar por declaraciones tanto positivas como negativas en escenarios de guerra. La calma y la protección, en este momento, serán nuestras mejores aliadas.